Monowi, un pueblo al sur de Nebraska, tiene la particularidad de ser el único sitio en Estados Unidos con un solo habitante: Elsie. Así, se ha convertido en alcaldesa, tesorera, bibliotecaria, y, por supuesto, la camarera del único bar. Este rincón poco convencional del mapa está dominado por la imponente figura de una iglesia en desuso, ahora hogar de neumáticos de tractor, y los vestigios de edificios otrora llenos de vida. Es en este panorama que Elsie Eiler, de 88 años, brinda cerveza fría y comida reconfortante en la Taberna Monowi. Desde la partida de su esposo Rudy en 2004, no solo tomó las riendas del bar, sino de toda la aldea.
La actual tranquilidad de Monowi contrasta con su vibrante pasado en la década de 1930. Aquel entonces, este sitio era un bullicioso punto del ferrocarril de Elkhorn, albergando a 150 almas, diversos comercios, e incluso una prisión. Es aquí donde Elsie y Rudy, compañeros desde la infancia, tejieron sus historias de amor y vida. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, el ritmo cambió. La economía rural enfrentó contratiempos, y poco a poco, las luces de Monowi se apagaron. A pesar de la marea de cambio, Elsie se mantuvo firme, cuidando su tierra y su bar, siendo el nexo entre generaciones de clientes que la consideran familia.
Además de la taberna, otro sitio resalta en Monowi: la biblioteca de Rudy. Este espacio, repleto de literatura y conocimiento, es el último regalo de Rudy para el mundo. Guarda en sus estantes desde clásicos literarios hasta ediciones antiguas de revistas. Aunque Elsie podría mudarse cerca de su descendencia, que ahora reside en diversos puntos del país, ha decidido quedarse. En su corazón, Monowi es más que un lugar; es un testimonio viviente de historias, amor y persistencia. Al final del día, cuando la taberna cierra y el silencio domina, Elsie se sumerge en uno de los libros de Rudy, recordando días pasados y esperando nuevos amaneceres.
