Foto: desertmauritanie

En la inmensa extensión de Mauritania se encuentra uno de los ferrocarriles más impresionantes del planeta. Atravesando el árido Sahara, este tren no solo transporta toneladas de hierro, sino también a aquellos viajeros valientes que deciden emprender esta odisea. Con sus vagones extendiéndose por 2,5 kilómetros, representa una de las maneras principales para llegar al lado oriental de esta nación norteafricana. En África, el concepto del tiempo difiere notablemente de la visión occidental. Mientras que en Occidente el tiempo parece esclavizarnos, en África son las personas quienes parecen tener el control sobre sus momentos y decisiones. Esta perspectiva puede parecer desconcertante para el viajero inexperto, pero con el tiempo, muchos aprenden a valorar y adaptarse a esta manera tan única y sabia de vivir.

Antes de embarcarse en este notable viaje por el tren que une el Sahara con la ciudad costera de Nuadibú, es vital comprender esta filosofía del tiempo. Porque, al abordar, uno podría esperar largamente, simplemente escuchando el suave sonido del ferrocarril aproximándose. Esta vía se inauguró en 1963, poco después de descubrir valiosas minas de hierro en el desierto. No solo sirve para transportar este precioso mineral a Europa y China, sino también como una vía de conexión para los habitantes de las regiones más remotas de Mauritania. Debido a que las carreteras a menudo quedan ocultas por las cambiantes dunas del desierto, este tren se ha convertido en una herramienta vital para muchos, y no solo para el propósito original para el que fue construido.

Foto: desertmauritanie

A bordo del tren, los viajeros experimentarán el extremo contraste del desierto: noches heladas seguidas de días sofocantes. El polvo constante es una compañía, infiltrándose en cada rincón de la vestimenta. Por lo tanto, es esencial estar preparado: una manta adquirida en el mercado de Zuérate y algún tipo de protección para la boca son indispensables. Al finalizar las diecisiete horas de viaje, el tren hace una breve parada en Nuadibú, permitiendo a los pasajeros desembarcar antes de continuar su viaje hacia el puerto. Aquellos que viajan en dirección opuesta experimentan un frenesí propio al intentar abordar el tren durante este corto intervalo, en un espectáculo donde humanos y animales compiten por un lugar.

De regreso al desierto desde el mar, este tren continúa su recorrido diario como una majestuosa criatura de acero. Quienes lo han experimentado describen el viaje como un viaje en el tiempo, remontándose a los vagones europeos de los años 70, pero con un toque auténtico y crudo de Mauritania. Entre los vagones se encuentran familias completas, animales y audaces viajeros, todos compartiendo la experiencia única de cruzar uno de los paisajes más desafiantes y bellos del mundo.

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